Colombo

Terminado el retiro, salí de Nilambe después de comer, porque con semejante catering era impensable perderse la ultima cena.
Mi última parada sería Colombo, la capital de Sri Lanka. Tardamos en llegar casi 4 horas pese a ir en coche, porque el tráfico a la entrada era horrible y tardamos hora y media en recorrer los 20 últimos kilómetros.
Como todo el mundo me había dicho que Colombo era totalmente prescindible, solo me quedaba una noche  y al día siguiente volaría a Indonesia.
Me quedé en en el barrio de Colpetty, que es residencial pero está bastante a mano  y vi casi todo  lo que había que ver la mañana antes de volar.
Para ello me monté en un autobús lo al, siguiendo la tónica general, porque pese a que en Colombo los tuc tucs tienen taxímetro me siguen dando mucha pereza. Lo bueno, que siempre te dicen donde subirte y bajarte y a una mala tengo maps.me, así que no hay pérdida.
Por 17 rupias ( 10 céntimos de euro) llegué a la estación de Pettah y de ahí me fui a ver los mercados que quedaban al lado y que según Lonely Planet eran imperdibles, Federation of Self Employees Market, Mannig y Central Markets.
La verdad, no tenían nada de especial, eran exactamente igual que todos los mercados, frutas, verduras, pescado, ropa y mucho pesado diciéndote que echaras un ojo a su tienda y que compraras.

Las cuatro fotos corresponden a los diferentes mercados

De 
 fui a ver la zona del fuerte, donde no hay tal fuerte,en la época colonial sí lo había y ahora es la zona donde se encuentran edificios de la época colonial.
Se ven vestigios de la época británica en algunos edificios como por ejemplo la estación de tren , Central Point o Clock Tower ( que antiguamente era un faro).
Y de la época colonial holándesa, como en el Old Dutch hospital, hoy reconvertido en galería comercial.
En esa misma zona se encuentra el Faro de Old Galle y un poco más adelante caminando por la zona costera el templo Sambodhi Chaitiya.
Central Point con la clock tower al fondo 

Galerías del Old Dutch hospital 

Faro  de Old Galle 
En mi camino hacia el hotel para coger la mochila, fue bordeando la costa hacia el sur y pasé por Galle Face Green, una franja junto a la costa que como era domingo, estaba llena de puestos de comida, helados, y cometas. Es interesante ver a las familias paseando o bañándose en el mar.
Lo último que hice fue acercarme a un bar en la zona de Colpetty, el “Bare Foot” que los domingos tiene jazz y música en vivo, pero cuando llegué acababa de terminar. Ahí pude apreciar las dos caras de la moneda de todas las capitales asiáticas. El bar era muy estilo europeo y  chocaba con la zona de Galle Face de la que había venido, porque estaba lleno de expatriados tomando el “ brunch”. No sólo la decoración y le gente cambiaban. También los precios jaja, porque eran casi los de Madrid. Pero el sitio era muy mono, de esos de moda a los que me llevaría mi hermana en Madrid, pero a los que estando de viaje no me gusta ir porque prefiero los lugares autóctonos.
 

Diferentes escenas de Galle Face Green 

bare foot café
Y hecho este inciso, aquí se terminaba mi viaje en Sri Lanka, bueno casi, porque me faltaba coger el avión y resulta que no iba a ser tan fácil.
Por la mañana vi que desde la estación de Pettah salían autobuses directos al aeropuerto y había localizado el andén del que salían y todo.
Como ya me iba había dejado el dinero justo y ya. O tenía ni para un taxi, así que me  monté en un bus que según me dijeron iba para allá, que iba tan lleno que yo dudaba seriamente que pudiese entrar y más con la mochila, pero me metieron a mi y a otros cuantos más y como me deben ver muy “ desvalida” con la mochila que es casi más grande que yo, además muy caballeroso un señor me ofreció su sitio. Aunque ahora que lo pienso, igual no fue por caballero sino porque taponaba todo el pasillo.
Una vez en la estación el primer contratiempo, el último autobús directo al aeropuerto salía a las 6 de la tarde y eran las 7…
Aparentemente había autobuses que iban a algún otro sitio y paraban en el aeropuerto y digo a algún sitio porque tras marearme porque cada persona me decía una cosa e ir de un lado a otro me subí en uno en el que el que el conductor al verme con la mochila me gritó “ airport, airport”.
Conmigo se subieron dos coreanas que andaban mucho más perdidas que yo y a las que les faltaban 8 kilos de sal. Según pasó el revisor va y lea dice a las coreanas que son 300 rupias y como ya debían de haberles timado infinitas veces me miraron a mi con cara de corderos degollados como preguntándome si ese era el precio. Yo les dije que más o menos sí, que me habían dicho que era 150 por persona, pero cual fue mi asombro cuando el impresentable que vendía los tíquets va y dice que  300 por persona. 
En algunos trayectos ya me había parecido a mi que me timaban un poco, más que que nada porque por distancias más cortas que en autobuses anteriores me cobraban más, pero es que en este caso era descarado. El trayecto era una hora, por lo que imposible que fuera más caro que las 5 horas y media de Jaffna a Trincomalee. Y cuando le dije que me estaba intentando timar se rió y dijo que es que era el autobús express, cuando yo sabía perfectamente que no, porque el último era a las 6, pero que “ ok my friend, two hundred”.
Toda enfadada le grite que se fuera a timar a su madre, mientras las coreanas me miraban sin decir nada y al final nos lo dejó por 150 rupias. 
Parecía que habíamos salido victoriosas y que llegaríamos pronto al aeropuerto, cuando de repente las luces tipo prostíbulo que llevaba el bus a modo de decoración empiezas a arder…..y yo ni me había enterado hasta que una de las coreanas empezó a gritar como una descosida y vino otro a apagar el incendio a mantazos.
Nos ponemos nuevamente en marcha y de repente nos paramos, “ finish” nos dice el conductor. Pero si no estamos en el aeropuerto, le digo yo, a lo que se me señala un tuc tuc y se rie.
Así que no solo nos había timado con el precio del billete, sino que ese autobús no iba al  aeropuerto. Comprobé maps.me y tampoco estábamos tan lejos, 2 km y como a mi a chula no me gana nadie me puse a caminar. A todo esto, me siguieron las coreanas con sus minúsculas mochilitas pero que a los 5 minutos estaban que echaban el hígado y sudando a borbotones.
 Al final acabé cargando con mi mochila de 20 kg a la espalda, la que llevo delante que debe de pesar otros 10 y la de una de las coreanas de la mano, creo que aún tengo que darle las gracias al crossfit pese a que hace mil años que no entreno, porque hace años no habría podido ni con la mochila grande.
Y así màs cargada que la mula Francis llegué a la cola del mostrador de facturación de Air Asia, donde para mi sorpresa también intentaron timarme … y para no entrar en detalles, solo decir que me tocó acabar poniéndome 5 kilos de ropa en plan cebolla, con lo que acabé de matar mi estilo, si es que algo quedaba de él y el lado “ Birkin” de este blog.
Ya cuando anunciaban mi vuelo como en “ last call” y esrintando con mi mochila y sudando la gota gorda por todas las capas de ropa que llevaba encima, llegué a la puerta de embarque de mi vuelo a Kuala Lumpur donde pasaría un par de días planificando que iba a hacer después.
Pese al mal sabor de boca que me llevé de mis últimas horas en el país , el cómputo global de la experiencia en Sri Lanka es sobresaliente, eso sí , gitanos son y un rato!

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